El futuro prometedor de la Inteligencia Artificial (IA) pone sobre la mesa la necesidad de que la mujer participe del desarrollo de esta tecnología para crear soluciones con perspectivas de género que hagan del mundo un lugar más inclusivo y justo.
El 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, desde que en el año 2015 lo proclamara la Asamblea General de la ONU con el objetivo de visibilizar el trabajo de la mujer en el área STEM y eliminar los estereotipos de géneros vinculados a este sector.
Desde esa fecha, el ritmo de cambio en el sector tecnológico ha sido trepidante tanto que en 2015 pocos imaginaban la revolución que iba a provocar la inteligencia artificial (IA). Si bien sus orígenes se remontan a la década de los años 50 del siglo pasado, no fue hasta 2020 cuando cobró mayor protagonismo y dejó entrever el universo de posibilidades que su aplicación tendría en cualquier ámbito.
Hoy, la IA es más que una tecnología; marca un cambio de paradigma apoderándose de cualidades propias del ser humano, como la creatividad o la toma de decisiones complejas. Deja de ser una herramienta para convertirse en un colaborador esencial de los hombres. En este escenario y con motivo de este día, merece la pena reflexionar sobre el papel de la mujer en el desarrollo de esta tecnología.
La ONU estima que solo uno de cada cinco profesionales en el campo de la IA son mujeres (22%) y el Foro Económico Mundial, más conservador, sitúa esta cifra en el 12%. Esto significa falta de perspectiva en el diseño y el desarrollo de esta tecnología y la presencia de sesgos que intensifican las brechas de género. La investigación española ‘Lidiando con problemas de sesgo de género en procesos algorítmicos de datos: una perspectiva social-estadística’ publicada en la revista Algorithms ya vinculaba “la presencia de sesgos de género con la infrarrepresentación de las mujeres en el diseño y producción de productos y servicios de inteligencia artificial”.
Esta infrarrepresentación de género también se materializa en los datos con los que se entrena a los modelos. Ya se habla de sesgo de género algorítmico, que refuerza los estereotipos de género presentes en la sociedad relegando a las mujeres a determinados ámbitos. Los datos hablan por sí solos: un estudio global que ha analizado 133 sistemas de IA creados desde 1988 ha desvelado que el 44% presenta sesgos de género. Y la UNESCO en la publicación I'd Blush If I Could, señala que la preferencia de nombres y voces femeninas para asistentes digitales puede tener su explicación en las normas sociales y otros sesgos de género socialmente construidos previos a la era digital que atribuyen a la mujer el papel de cuidadora.
No hay duda de que, si queremos evitar un futuro carente de la perspectiva femenina, menos inclusivo, perpetuador de sesgos y estereotipos del pasado, y amplificador de la brecha de género, hay que fomentar la presencia de la mujer en la tecnología en general y en la IA, en particular. Para muestra, un botón: En España, sólo el 0,7% de las adolescentes de entre 12 y 16 años quiere estudiar un grado STEM frente al 7% de los chicos de su misma edad.
Las cifras muestran la necesidad de despertar vocaciones científicas o técnicas en las niñas. Para lograrlo, es necesario eliminar los sesgos de género asociados a la capacidad o el interés de las niñas para cursar estudios STEM, tanto desde casa como desde la escuela, pues a los seis y siete años las niñas ya han interiorizado estereotipos que condicionan su vocación; visibilizar referentes femeninos -hoy las mujeres solo representan el 1% de las personas que se estudian en los libros de texto-; y favorecer la presencia de la mujer en roles técnicos y directivos en el entorno empresarial. Tal y como revela el informe del colectivo DigitalFems, el 47,1% de las mujeres españolas ha renunciado al menos una vez a su puesto de trabajo en un rol técnico por no haber tenido apoyo en su evolución profesional y un 56% cree que no ha tenido las mismas oportunidades de ascenso que sus compañeros hombres. En este último punto, es crítico la involucración de las organizaciones y su apuesta decidida por la diversidad de género y la igualdad de oportunidades.
Cognizant es un claro ejemplo de cómo una organización puede contribuir a ayudar a revertir esta situación. Además de becar a las estudiantes de últimos años de un grado STEM, mediante las becas Lady Tech, de las que se acaba de abrir la sexta convocatoria, y ser uno de los patrocinadores del programa STEM TALENT SCHOOL de la Universidad Pontificia Comillas para ‘alimentar’ el interés por la ciencia y la tecnología en los colegios y de la iniciativa Technovation girls como Cognizant Netcentric, la organizaciçón articula programas internos, como “Mujeres Empoderadas”, que promueve el crecimiento profesional y el desarrollo de liderazgo de la mujer en la organización.
La IA se ha convertido en una de las tecnologías más prometedoras de nuestro tiempo transformando nuestra vida cotidiana de forma que ni habíamos imaginado. Las mujeres no pueden ni deben excluirse del grupo que definirá cómo será el mundo en el futuro. Deben encontrar el respaldo y el impulso de la sociedad para aportar a la tecnología la perspectiva del 50% de la población al que representan, creando soluciones más justas e inclusivas.