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La creciente demanda de energía ha incrementado las instalaciones en alta mar, como parques eólicos, plataformas petrolíferas y cables submarinos. Aunque estas instalaciones son claves para satisfacer la demanda de energía pueden impactar en los ecosistemas marinos.
Desarrollo y operaciones en alta mar: pérdida de hábitat, ruido y contaminación

Una de las consecuencias inmediatas de las instalaciones de energía en los ecosistemas marinos es la pérdida de los hábitats. Cuando este tipo de proyectos se desarrollan y operan a menudo necesitan instalar la infraestructura en el fondo marino, lo que puede modificar y destruir los frágiles hábitats marinos. Por ejemplo, la instalación de turbinas de viento en aguas costeras poco profundas puede modificar el hábitat, donde los peces desovan y se alimentan, provocando una reducción de la biodiversidad y de las poblaciones de peces

Además, la construcción y el mantenimiento de las instalaciones de energía generan contaminación acústica y de polvo que puede deñar la vida marina. La contaminación acústica puede interferir en la comunicación y en el desplazamiento de los mamíferos marinos, como ballenas o delfines, que dependen del sonido para varias actividades, como la búsqueda de presas o el apareamiento. La contaminación por polvo procedente de las operaciones de perforación puede asfixiar y dañar a los organismos bentónicos del fondo marino, perturbando la red trófica y causando daños a largo plazo en los ecosistemas.

Mejor evaluación de impacto y estrategias de mitigación

Es básico realizar una evaluación del impacto e implementar estrategias efectivas de mitigación para abordar los efectos negativos de este tipo de instalaciones en los océanos. Las compañías que no lo hacen pueden enfrentarse a multas y trabas normativas, mientras que aquellas que lo hacen de manera proactiva pueden obtener licencias y subvenciones más fácilmente.

La industria de la energía eólica marina ha hecho muchos avances en la compresión y mitigación de su impacto en los ecosistemas marinos. En el Reino Unido, los desarrolladores pueden realizar evaluaciones de impacto medioambiental antes de construir los parques eólicos marinos. Estas evaluaciones analizan el posible impacto en la vida marina, entre los que se incluyen los pájaros, los peces y los mamíferos.

En el sector del petróleo y el gas, las compañías han invertido en tecnologías para reducir el impacto de sus operaciones en el medio ambiente. Por ejemplo, emplean técnicas avanzadas de perforación que minimizan la contaminación por polvo y han implementado las mejores prácticas de respuesta y limpieza de residuos. Estas medidas protegen los ecosistemas marinos y ahorran a las compañías millones de dólares en posibles costes de limpieza y multas.

Monitorización y  herramientas de análisis basada en la IA

En los últimos años, la aparición de herramientas de monitorización y de análisis basadas en la IA han revolucionado nuestra capacidad para evaluar y gestionar el impacto de las instalaciones de energía en los ecosistemas marinos. Estas herramientas ofrecen un conocimiento sin precedentes permitiendo monitorizar y tomar decisiones en tiempo real.

Los drones impulsados por la IA y los robots submarinos equipados con sensores pueden recopilar datos sobre las condiciones del océano, el comportamiento de la vida marina y los efectos de las instalaciones de energía. Por ejemplo, las organizaciones e investigadores del medio ambiente utilizan la IA para controlar los movimientos de las especies marinas cerca de los parques eólicos en alta mar, ayudando a entender mejor su respuesta a estas infraestructuras.

El modelo predictivo basado en la IA puede similar el posible impacto de estas instalaciones en los ecosistemas marinos desde diferentes escenarios. Al analizar grandes conjuntos de datos y hacer simulaciones, estos modelos pueden ayudar a las compañías y a los organismos reguladores a identificar las mejores ubicaciones para este tipo de proyectos, en las que el impacto en el entorno sea mínimo. Esto no solo beneficia a los ecosistemas marinos, sino también ayuda a las compañías a maximizar la eficiencia operativa.  

Conclusión

Las instalaciones de energía marinas y terrestres son vitales para satisfacer la creciente demanda de energía. Sin embargo, pueden tener un importante impacto en los ecosistemas marinos, provocando la pérdida de hábitat, así como contaminación acústica y por polvo. Las compañías deben realizar evaluaciones de impacto e implementar estrategias de mitigación para abordar estos desafíos. Asimismo, la incorporación de herramientas de monitorización y análisis basados en la IA ofrecen una vía prometedora para minimizar los efectos negativos de este tipo de instalaciones en los océanos.

Al adoptar estas soluciones y aprender de las industrias, podemos equilibrar la creación de energía con la conservación del entorno para garantizar un futuro sostenible para nuestro planeta y sus océanos. Las compañías que priorizan estas prácticas responsables e inviertan en tecnologías innovadoras no solo evitarán sanciones, sino que también contribuirán a preservar los ecosistemas marinos para las generaciones futuras.

Para saber más, visita nuestra página sobre energía azul

 


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